LA PARRA DE UVAS Y LA MUERTE (San Antonio La Paz):

El niño, a quien él también había dado
un pan, lo gratificó concediéndole una mágica parra de uvas que tenía la virtud
de que aquél que se subiera en ella no podría bajarse.
Por último, la vieja le concedió vida
eterna, o, bien, tener el privilegio de morirse en el momento deseado. Al
tiempo, el diablo y San Pedro discutían porque el primero quería llevarse al
anciano a los infiernos y el segundo deseaba que siguiera viviendo. Entonces el
diablo bajó a la tierra a traer al anciano; en seguida éste ordenó al costal
encerrarlo. Cuando el diablo estuvo encerrado, el anciano le dio tal apaleada
que ya no le dieron ganas de regresar y se quedó en el infierno.
Luego, la muerte decidió llevarse al
anciano; llegó a su casa, tocó a la puerta e informó que llegaba a traerle. El
anciano entonces dejó pasar a la muerte y la invitó a comer uvas. Cuando la
muerte se subió a la parra y después quizo bajar, ya no pudo y así el mundo
pasó sin muertos durante algún tiempo. Al fin el anciano dejó bajar a la muerte
y ésta se fue.
Pasaron los años y el anciano deseó
morirse, entonces bajó al infierno y el diablo al reconocerlo no le dejó
entrar. Entonces se fue al cielo con San Pedro, quien tampoco lo dejó pasar,
pues había dejado a la muerte atrapada años antes. Entonces el anciano se
dirigió al Padre Eterno quien si le dejó entrar a la gloria, ya que ese hombre
le había dado pan en la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario